Antes de
llegar a la escuela el niño construye su propio conocimiento sobre la lengua
escrita: independientemente de que haya habido una intervención sistemática de
enseñanza, se hace ideas acerca de la naturaleza de ese objeto cultural, no
espera a tener un docente al frente, interactua empíricamente con
los objetos portadores de textos (libros, vallas, tarros...) como con las
letras impresas en ellos. Bien pronto, esa interacción busca construir
conocimiento acerca del objeto.
La
representación conceptual que el niño se ha hecho del objeto es enriquecida por
operaciones lógicas que lo llevan a buscar relaciones entre la escritura y lo
que ella representa, relación que va construyendo a partir de la observación de
las prácticas socioculturales que los usuarios de la lengua escrita realizan
con los textos. Gracias a esa experiencia, los niños y niñas
saben leer, aunque no lo hagan como el adulto. Se cree que
porque el niño no lee como nosotros, no tienen actividad de lectura.
Para
comprender el texto se requieren dos fuentes de información: visual, referida a los
signos impresos, percibidos mediante la visión; y no visual, referida al
conocimiento. Entonces el énfasis en la información visual
conduce a los niños y niñas a un acto de lectura con sentido pleno
enriquecido con el universo e imaginación de los niños y niñas.
En el video se puede observar un niño de cuatro años del Grado Transición haciendo la lectura de un texto.
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